miércoles, 17 de septiembre de 2014

Escolástica

ESCOLASTICA

La segunda etapa en la filosofía medieval, la Escolástica, surgirá a partir del siglo XIII. Dicha centuria se convertirá en el de la metafísica, consecuencia del conocimiento de Aristóteles y del neoplatonismo greco-árabe cuyo objetivo principal es descubrir las causas profundas o esenciales y después practicar a partir de ellas el método científico por excelencia con la reinterpretación de Aristóteles, gracias a nuevas traducciones que se realizan en las Escuelas y Universidades entre las que destacaremos la Escuela de Traductores de Toledo. En estos espacios, surgidos todos en tiempos del Medievo, se va a cultivar un saber principalmente teológico y filosófico por el que a través de la ciencia de Aristóteles, se intentará explicar la existencia sobrenatural de Dios. A pesar de que la Escolástica es principalmente teología, es esencialmente filosofía. Así los dice dirá Julián Marías: la Escolástica trata problemas filosóficos que surgen con ocasión de cuestiones religiosas y teológicas.
El máximo representante en nuestro país será Averroes quien se afana por una interpretación literal del filósofo griego, afirmando la existencia de la Doble Verdad, representada en la religión y la filosofía. Averroes, cordobés, ha obtenido el reconocimiento por ser el filósofo que consagró el triunfo de Aristóteles entre los árabes, a quien procesa una profunda admiración, como lo demuestran sus tres obras en las que comenta los libros del griego, ejerciendo una influencia profunda entre los latinos.

Lejos de nuestras fronteras encontramos a Santo Tomás de Aquino quien desarrolló una teoría que conjugaba las posibilidades del cristianismo con las ideas aristotélicas, que con el tiempo se convertirán en las ideas oficiales del catolicismo.

Los tres grandes problemas de la filosofía medieval lo constituyeron "Dios", "Relaciones entre Fe y Razón" y "Los Universales". La primera de las cuestiones, la referida a Dios, plantea en los filósofos medievales la necesidad de explicar mediante métodos científicos la existencia del mismo siendo no sólo cuestión de fe sino también de ciencia.
La segunda, va a ser respondida a través de una unión entre ambas que, según los autores de este tiempo, no son incompatibles sino, muy al contrario, se convertirán en conceptos complementarios. Dentro de este segundo punto encontramos tres posturas que corresponden a tres autores a los que ya hemos hecho referencia, muy diferentes entre sí: aquella defendida principalmente por San Agustín en la que sólo existe una Verdad que es dada a través de la confluencia de ambas corrientes. La segunda de ellas es la defendida por Averroes, llamada de la Doble Verdad ya que bajo su punto de vista ambas fuentes son independientes y por tanto independientes van a ser sus resultados aunque confluyan en un punto común. La postura de la autonomía armónica fue defendida por San Tomás quien pensaba que ambas, religión y fe, comparten verdades que pueden ser explicadas sin la necesidad de la otra.
Los "universales son, atendiendo a la tercera de las cuestiones, los problemas más debatidos por los filósofos medievales, consistentes en decidir si las ideas más generales y abstractas poseen existencia separada e independiente del entendimiento humano o son sólo nombres, definiciones. A esta cuestión encontramos tres respuestas distintas en la Edad Media que se repetirán en otras etapas y corrientes filosóficas desde diversos puntos de vista: la realizada por Roscelino de Compiègne, por Guillermo de Champeaux y por Pedro Abelardo
1. Caracterización y cronología
Se da el nombre de Escolástica a aquello filosofía cristiana que aspira a desarrollar y fundamentar la doctrina de la Iglesia como sistema científico (Vorlander). Debe su nombre a las escuelas en que fue enseñada. Doctores scholastici, o escolásticos, se llamó originalmente a los maestros de las siete "artes liberales": gramática, dialéctica y retórica (trvium);  aritmética, geometría, música y astronomía (quadrivium).
Con la Escolástica, coincide en Alemania el desarrollo de corrientes místicas que culminan en el tercero de los períodos que adelante se determinan. Conviene recordar, además, que en la Edad Media florecieron también filosofías no cristianas: árabe y judía, especialmente.
La historia de la Escolástica se puede dividir, cronológicamente, en tres períodos:
1. Sus comienzos (siglo IX a inicios del XIII),
2. Su culminación (siglos XIII y XIV), y
3. Su decadencia (siglo XIV -fines- y siglo XV).
2. Comienzos de la Escolástica
Figuras importantes, dentro de este período, fueron Juan Eriugena o Escoto, San Anselmo de Caterbury y Pedro Abelardo.
Eriugena (siglo IX) tomó parte en la controversia teológica sobre la predestinación. Experimenté la influencia del pensamiento agustiniano y escribió la obra De divisiones natural, que es una filosofía de la naturaleza, pero de carácter místico. Para Eriugena, las cosas sólo existen en cuanto son conocidas. Y son manifestaciones de Dios ("teofanías"). Nuestra personal existencia, además, es la revelación de Dios en nosotros mismos, porque nada existe fuera de él.
En la célebre discusión de "los universales" -nominalistas y realistas- intervino San Anselmo de Caterbury (siglo XI). Esta disputa consistió en que ciertos filósofos escolásticos afirmaban que los conceptos universales constituyen lo que verdaderamente existe (realismo), en tanto que los otros afirmaban que tales conceptos universales son meras palabras o abstracciones del intelecto (nominalismo, de "numen", palabra). Eugena fue "realista" lo mismo que San Anselmo de Canterbury. Este formuló la célebre "prueba ontológica" de la existencia de Dios: -El ser más general tiene también que ser el más real y el más perfecto, y como tal no puede menos que existir, porque su existencia es su esencia.38
Pedro Abelardo (1079-1142) era francés de origen y su existencia fue apasionada y romántica. En la discusión sobre los universales adopté una posición intermedia, afirmando que la realidad de lo universal se manifiesta en la individualidad de cada ser (universalia in rebus) y que las formas -ideas- de las cosas existen de antemano en el espíritu divino como conceptos, pero que estos conceptos divinos solamente pueden ser conocidos por el hombre en las cosas y mediante el ejercicio de su propia razón.
Sus aportes más importantes fueron de carácter dialéctico. Sostiene que, en materia religiosa, los puntos de vista o argumentos puramente autoritarios deben sustituir por argumentos racionales, toda vez que la razón nos fue dada para el bien, por lo cual no debemos desconfiar de ella. Ser cristiano, afirma Abelardo, equivale a ser lógico. Este gran pensador interpretó muchos dogmas y afirmaciones bíblicas en sentido meramente simbólico. Así, la ascensión de Cristo significa para un intelectual la elevación de las almas al plano de lo extraterreno. Afirmó, además, que en el mundo intelectual no caben los conceptos puramente materiales de un cielo o de un infierno.
También se ocupó Abelardo de la ética. En este terreno, su principal afirmación es la de que el hombre solo peca cuando obra contra su conciencia. La ley natural es anterior a toda revelación, es decir, la norma moral antecede a creencia religiosa. Y el amor es la virtud que nos salva y redime. De aquí que en su Diálogo entre un filósofo, un judío y un cristiano, no llegue a ninguna conclusión sobre "la mejor" de las religiones; en cambio, los interlocutores terminan poniéndose de acuerdo partiendo de la ley moral, que nos obliga al amor hacia toda la humanidad.

Como puede verse, las tesis de Abelardo -revolucionarias para su época- han comenzado a ser aceptadas oficialmente por la Iglesia Católica: Su modernidad hace de este gran pensador la figura más importante del primer período escolástico.

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